La magia del cine

El cine es magia: Hagamos un experimento: Cierra los ojos, deja por un momento la mente en blanco, deja fluir con calma, firmeza y serenidad tu ímpetu y energía; aparca por un segundo tu nervio. Tranquilo/a, este trayecto no durará más de tres minutos, pero te hará sentir y mover recuerdos vagamente perdidos, olvidados en algún lugar del inconsciente. Relájate lo máximo posible, muy bien. Ahora busca en tu interior esos instantes de tu vida, esa vibra, esas alegrías, esos tiempos y períodos que te han llenado y que han significado algo importante en tu existencia. Espera, que te me aceleras, no vayas tan aprisa pon pause un segundo, que te precipitas, retrocede, rebobina un momento, y dale al play otra vez, que creo que acabo de vislumbrar la imagen que deseaba , vuelve hacía atrás. Exacto!! Ahí quería llegar, dejemos de lado ese primer gol que marcaste, esos paseos con los abuelos, esas gamberradas en el pueblo, ese primer beso con el que distes saltos de alegría o aquella primera vez que fuiste en bici y te liberaste de aquellas ridículas y vergonzantes ruedas de soporte traseras con la que parecía que jamás podrías advertirte como un auténtico futuro campeón de moto GP. Deja esos pequeños detalles, haz un primer plano, amplia el zoom, y enfoca fijamente ahí, justo en esa escena oscura, déjalo en punto muerto, creo apreciar una sala con las luces tenues solo rotas por el pequeño vaivén que genera el baile de una minúscula luz de fondo que va alumbrando suavemente el entorno.

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Tiene la apariencia de una sala de cine, tengo ese toque romántico que pensaré que lo que tienes en mente es el cine de barrio de toda la vida con su olor a palomitas y no una multisala de las de hoy en día, ¡!eso si ¡! lleno de butacas a rebosar de gente. Sube el volumen de tu consciencia, a ver ¿Qué se escucha? Parezco intuir como si se tratará la melodía sinfónica de una banda sonora épica, ¿la recuerdas? Todos tenemos una que nos conmueve y golpea, pongamos que es la marcha imperial de “Star Wars” de John Williams, una entrada a lo grande, por todo lo alto, ¡ya que estamos! lo hacemos bien. Muévete, haz un ligero travelling, ¿qué ves? , Vaya, eres !tú! gozando como un enano de la proyección de una película mientras engulles unas cuantas chucherías, exacto y es que nuestros recuerdos no solo las vestimos de vivencias con los amigos o la familia, sino que el cine se cuela sagazmente en nosotros, de manera sutil y sigilosa, en nuestros recuerdos, así de grande es el cine. todos tenemos siempre una, dos o más películas que nos han marcado a lo largo de nuestra corta vida y otras que se irán acoplando a nosotros según vayamos madurando que nos acompañará incesantemente entremezclándose con nuestras grandes faenas y batallas generacionales. Me gustaría saber cuáles son esas escenas imprescindible que se guardan en tu memoria ¿deseas compartirlas?

No sé tú, Pasan los años, pasa la vida, y siempre que entro a un cine, profeso la misma sensación ,que la de dos personajes cinematográficos antagónicos, por un lado la de Totó, aquel niño de “Cinema Paraíso” que se queda prendado por el séptimo arte, y por otra la conmoción y expresión del rostro de Brad Pitt en “Entrevista con el vampiro” que mediante el cine vuelve a ver y apreciar el sol aparecer ante sus ojos, eso es magia. Pues al igual que ellos , me sale el Totó de dentro y me convierto en aquel chiquillo que quiere sentir, emocionarse, soñar perderse por la gran ciudad, que aspira tener aventuras, imaginar, apreciar, fluir y que le expliquen patrañas, leyendas, cuentos, fábulas; historias tanto reales como historias inverosímiles, me da igual si es ficción o no , lo que quiero es que las imágenes me transporten con inocencia e incredulidad. Que me hagan creer, meditar, imaginar, volar y desconectar de lo común y monótono de la rutina diaria merced a los efectos especiales, alucinar con el ritmo endiablado de un buen guion o caer seducido por la mirada de aquellos galanes y divas que soñamos algún día ser. El cine es mi propia máquina del tiempo. Voy como Mcfly al pasado, al futuro y luego vuelvo al presente. Doy tumbos, por nuestro planeta, por galaxias lejanas o perdido en la órbita bien cerca de la luna pilotando una extravagante nave nodriza; en ocasiones, incluso el peligro es mayor y corro despavorido delante de dinosaurios. En los breves descansos me pongo a espiar a mis vecinos ante una ventana nada indiscreta o voy tras los pasos de peligrosos gánsteres por las calles de Casablanca mientras hago malabarismos al más estilo Tom Cruise en alguna misión imposible. En otras me desmeleno y monto un “Guateque” al más puro Peter Sellers, sin perder la sonrisa ni siquiera al dar la nota al colocarme los horrendos calzoncillos rojos por encima de las mayas para camuflarme entre la gran cantidad de superhéroes que afloran por las pantallas. Hay en cambio otras etapas que me envalentono batallando contra los más monstruosos alienígenas, otras lo contrario me acobardo al percibir un sexto sentido que incluso me da por asentar que en ocasiones veo muertos.

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El cine es tan grande que tiene la capacidad de forjarnos en astutos justicieros de la noche, el cine nos hace tan incrédulos que nos hace ser amigo inseparables de ET o caminar por baldosas amarillas en busca del gran mago OZ. El cine nos hace tan gamberros que nos mezclamos en alguna Tarantina contienda donde esquivar las balas se hace casi inverosímil, el cine nos permite ser un virtuoso de la música que alcanzamos tocar como nadie el piano, contemplando a Michelle Pfeiffer , toda de rojo, sobre un piano sin perder el norte e incluso el cine me hace tan buen bailarín que puedo cantar bajo la lluvia ante la mirada de farolas e incrédulos policías.

Y es que por algo se trata del séptimo arte, lo tiene todo, por tener tiene magia, estrella, ángel, vida, hechizo. El cine nos atrapa y nos arrastra. con el reímos, sufrimos, lloramos , nos enamoramos ,descubrimos , aprendemos y crecemos y es que tiene un algo inexplicable, portentoso, sorprendente, extraordinario, fantástico, maravilloso, eterno que jamás nos soltará , nos hace perder la compostura, nos convierte en niños y es que todos tenemos un Totó en nuestro corazón que nos hará sentir que estamos a lo largo de dos horas lo más cercano al paraíso o que nos metemos de lleno en la magia de algo tan asombroso llamado CINE.

1 comentario

  • Lorena Garcia dice:

    ¿Acaso se puede vivir sin el mundo del cine? para mí es del todo imprescindible. Gracias por mostrarnos en tus palabras el sentir y la magia del séptimo arte.

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