Hace unas semanas llegó a nuestra cartelera Spotlight, probablemente la gran oculta de esta edición de los Oscars 2016 que se darán a conocer este próximo 28 de febrero. Con gran sigilo, el nuevo film dirigido por Tom McCarthy se ha ido colando entre las candidatas a alzarse con la estatuilla al mejor film del año. Fácil no lo tiene, la temática rehúye de la sensiblería dulce y lacrimógena, habitual de estos certámenes, para profundizar en un contenido comprometido, arduo y difícil como es destapar los casos de abusos por parte de la Iglesia en Estados Unidos y dejar al descubierto toda su compleja trama de abuso de poder en nuestra sociedad para esconder todos estos inadecuados escándalos.
La historia, basada en hechos reales, lo que sin duda le da un innegable plus de notoriedad al film, nos sitúa a mediados de los años 80 dentro de un pequeño grupo de investigación del diario BOSTON GLOBE, en el intervalo en que se ponen a trabajar para desenmascarar una de las noticias más indecentes, inmorales y obscenas de la Iglesia, del ayer, hoy y siempre. El diario local Boston Globe, en un gran ejercicio de indagación, se planteó tirar del hilo sobre el caso de unos sacerdotes de la propia ciudad de Boston que estaban implicados en un espinoso caso de abusos y violación de menores, el punto de salida de todo un conglomerado de abusos en el colectivo eclesiástico mundial en donde los unos y los otros, incluyendo sus superiores, se encubrían de manera vil y que, desgraciadamente, parece no tener fin.
Spotlight sigue dos líneas paralelas a la hora de narrarnos la historia. Por un lado el escabroso escándalo de abusos sexuales, que quizás carece de ese matiz emocional que atrape del todo a una parte del espectador no habituado a este estilo de films de ritmo pausado y, por otro lado, el meternos de lleno en las entrañas de la redacción del periódico y ver los entresijos que manejan para dar con la pertinente noticia, de manera sutil y brillante, seguramente el punto fuerte de la acción. Toda una distinción al auténtico periodismo de antaño, no al comercial, lucrativo y sensacionalista que podemos observar diariamente en los diferentes canales de hoy en día o en cierta prensa amarilla que busca únicamente el sensacionalismo barato y decadente para lograr grandes audiencias sin contrastarlas.
Spotlight goza de un guion sólido, que bien podría estar firmando por el gran Aaron Sorkin, sobrio, pero sencillo, intenso pero vivo, y oscuro, pero con brillo, con un ritmo sosegado que va cogiendo carrerilla a medida que avanza el film a cada minuto que pasa. Arropado por el rescatado Michael Keaton desde que el año pasado asombró a todos con su personaje en “Birdman” (al que le birlaron injustamente la estatuilla) y acompañado por todo un gran plantel de actores, donde cabe destacar la labor de Mark Ruffalo que coge el testigo que tuvo el pasado año su compañero para intentar alzarse con el Oscar, cosa que se atisba complejo, teniendo a DiCaprio como gran favorito. Rachel McAdams, Liev Schreiber, Brian D´Arcy James y Stanley Tucci acaban de redondear el reparto.
Gran cine de denuncia social, donde puede recordar en mayor o menor medida el estilo narrativo de “Todos los hombres del presidente” y en el que se busca concienciar sobre las atrocidades que tienen cabida dentro del ensalzado sector eclesiástico, donde en demasiadas ocasiones se saltan los códigos, las normas y los valores abusando libre e impunemente del poder social y político mundial.
La película es todo un homenaje a ese pequeño grupo de periodistas del BOSTON GLOBE que se dejaron la piel para sacar a la luz toda esta trama podrida y por el que consiguieron obtener el Pulitzer, sin entrar en polémicas y sin caer en la sensiblería de otras cintas similares. Seis nominaciones atestiguan la gran calidad del film.
