Un broche es un tesoro. Los broches pueden ser otra pasión (es mi caso), tanto que si te gustan acabarás coleccionandolos. Deja de asociarlos de una vez por todas, con “mamá o abuela”, saca estas joyas de inspiración Victoriana o Liberty del baúl de los recuerdos y mézclalas con tu streetstyle más casual. Hubo una época en las que era imposible no tenerlos, no llevarlos y no mostralos, desde entonces los broches cayeron en el olvido y permanecieron escondidos en los cajones como aquellas piezas, accesorios de la familia que se sencillamente se heredaban, pasando de generación en generación.
Afortunadamente muchos diseñadores los han desenpolvado, y desde hace algunas temporadas los hemos visto en varios de los looks de sus colecciones. Las sugerencias de como llevarlos no se limita únicamente a las solapas de las chaquetas o abrigos, forma de lucirlos de lo más común, pero no por ello, menos valiosa. Diseñadores y estilistas dan rienda suelta a la fantasía inspirandose en sub-culturas como los movimientos grunge y punk y nos proponen nuevos broches y nuevas formas de darles protagonismo.
La mismísima Diana Vreeland que amaba estas joyas, ya entonces sugería que nos los pusiéramos en stios inusuales, como en los sombreros o en los cinturones. Los hemos visto adornando chorreras, lazos o dándole luz al nudo de una corbata (Gucci presentó esta genial opción), si tienes imaginación y te divierte jugar, póntelos por ejemplo en el bolso, en las mangas de tu cazadora jeans, como nos enseño Mar Jacobs, y por supuesto en un turbante.
Como os decía al principio, los broches pueden convertirse en una pasión. ¿O sería mejor llamarla broche-manía? Con tan solo uno, puedes personalizar tu look y cambiarle el aspecto.
Las amantes de la elegancia, del vintage y de lo ecléctico me entenderán perfectamente, porque la broche-manía existe. Me pasa como con las patatas fritas, las cerezas, o los zapatos, más comes o más tienes y más quieres. ¿Crearán dependencia? ¿O simplemente son una tentación?