El pasado 26 de Agosto se estrenó en las salas de nuestro país “ Café Society ”, una de esas películas catalogadas como menores dentro de la amplia filmografía del célebre director neoyorkino de origen judío, Woody Allen, por su aire desenfadado, ágil y refrescante. Con el lanzamiento del nuevo trabajo de Allen, el número 46 de su dilatada carrera, el veterano realizador logra abastecer de aire fresco este tramo final de verano con su peculiar desenvoltura y desparpajo, tras una paupérrima temporada estival de largometrajes, salvo alguna puntual y agraciada excepción.
Woody Allen nunca falta a su cita anual con su fiel espectador, a pesar de su madurez, y lo hace para brindarnos otra idea surgida de su habilidosa mente tras la atrayente y sugestiva “Irrational Man” del pasado año. En ella se ven clichés y los elementos propios del realizador neoyorkino que nos transportan de lleno a su peculiar universo lleno de manías, extravagancias, líos amorosos y diálogos envenenados.
“Café Society” vuelve a mostrarnos esa particular visión que solo el creador de “Maridos y mujeres” o “Hanna y sus hermanas” sabe desplegar con suma elegancia,
maestría y pericia, sobre las excentricidades, calamidades y desventuras que lleva consigo en su interior y que viajan constantemente como equipaje y han resultado con el tiempo entrañables y su fe de vida.
El film es una comedia agridulce en la que nos adentra en la vida de Bobby Dorfman, un joven emprendedor que llega a la meca de Hollywood tras dejar atrás su Nueva York natal , con la idea de comerse el mundo con la inestimable ayuda de su tío Phil, un poderoso magnate dentro del glamuroso y deslumbrante mundo del cine, que le proporcionará los mejores contactos para escalar posiciones en su trayectoria profesional. En seguida, Bobby se sentirá atraído por la bella y joven secretaría de la agencia, con el inconveniente de que ella ya tiene una sentida relación secreta con su tío Phil. Su inquietud, su atracción, su curiosidad le pondrá en una situación compleja en medio de un peliagudo triángulo amoroso… Y es aquí donde el film empieza a desplegar las alas, con la característica maestría marca de la casa del director, con sus eficaces diálogos para hablarnos del amor y de las relaciones personales, de las elecciones que vamos haciendo a lo largo de nuestra vida y del destino.
Tal vez no es su película más redonda, cincuenta años a sus espaldas pesan y las comparaciones con uno mismo, de alguien que ha regalado historia viva del cine con títulos como “Annie Hall” o “ Misterioso asesinato en Manhattan” siempre es lo peor que se puede hacer, las comparaciones siempre son odiosas. Pero un Allen es un sello de calidad que pocos pueden sacar provecho, y una historia sacada de su
chistera tiene más luz y magia que muchas otras que se gastan millones de dólares en camuflar sus insustanciales guiones con miles de efectos especiales sin sentido, para distraer al gato mientras le ponen el cascabel. Yo de ti, me acercaría y tomaría asiento en su Café Society mientras disfrutas de algún café y de las personas que van pasando por ahí.