EL Círculo: adiós a la privacidad

Vivimos en un círculo donde estamos caminando a marchas forzadas hacía un adiós a nuestra privacidad con todas las letras de la ley, en mayúsculas. Habitamos en un mundo donde la gente se conecta constantemente a las redes sociales para compartir su vida, sus viajes, todos aquellos momentos que nos hacen vibrar y que deseamos compartir. Facebook, Twitter, Instagram… de redes sociales no nos faltan para facilitar que nuestra privacidad se rompa y quede al descubierto de todos, pero además regalamos datos privados cada vez que rellenamos documentación o al apretar el consentimiento de las cookies de cada una de las “sites” que se van quedando guardadas en el historial de lo que visitamos. En principio (según dicen) para facilitar la vida de las personas. Pero si nos paramos a pensar, no dejan de ser unas esposas y unas vendas en nuestros ojos para caminar a ciegas, para movernos sin total autonomía, en definitiva un control excesivo que nos priva de libertad, uno de los derechos por antonomasia de la humanidad, que parece que si viene vía tecnología no es tan grave como si un político o juez nos dictaminara sentencia, y estamos muy equivocados. Cada vez más existe una cierta preocupación que crece por momentos de a dónde van a parar todos estos datos y ¿Cómo, cuándo o por qué? van utilizar toda esa información en nuestra contra y en su beneficio. ¿Qué hay de la privacidad de nuestros datos a nivel online?
Y por privacidad se entiende indiscutiblemente a todo aquel nivel de protección de que disponen todos los datos e informaciones desde el instante en que una persona sube o cuelga alguna foto, por más insignificante que sea de nuestra vida cotidiana, algún comentario o algún dato confidencial en cualquier tipo de red social tan de moda en estos tiempos modernos, y por consiguiente al alto grado de accesibilidad de esta información respecto a otros usuarios que puedan tener vía libre a ellos.

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El círculo, la última película protagonizada por el siempre amable Tom Hanks, y la solvente Emma Watson se estrena este fin de semana en las salas de todo el estado nacional justo a tiempo para la esperada nueva fiesta del cine que se celebrará los próximos 8, 9, y 10 de mayo y trata justamente sobre la polémica de poner los puntos certeros a los límites tanto de la ambición para obtener más poder de las empresas como la perpetua cuestión sobre la accesibilidad y la privacidad de los datos que se comparten en las redes.
Con una trama que conectaría entre la pausada “La tapadera” y la magistral “El show de Truman”, el director James Ponsoldt nos lleva de una manera tenue y sosegada por una cábala sin cuerpo, sin alma a través de los ojos de su protagonista Mae. Una joven que sueña con ser la gran empleada de la multinacional dominadora del mundo; una especie de la multinacional Google elevada a la máxima potencia con sus propias normas, sus propios mandamientos que casi tienen tintes sectarios en la que jamás acabaremos de sentirnos partícipes por su plano, lento y previsible desarrollo por los mundos tecnológicos que asoman en el siglo XXI. Donde incluso los límites de la democracia se ponen en tela de juicio y en peligro.

El círculo, adapta la novela escrita por Dave Eggers , todo un best-seller de ventas entre el público juvenil, creando toda una legión de fans por la visón paranoica, agresiva, conspiradora de la sociedad moderna entorno a la tecnología y a las redes sociales. La falta de privacidad, o el exceso y la confiada aportación de las personas de sus datos sin tener en cuenta que harán con ellos bajo un enfoque ciertamente tenebroso y oscuro. Un dilema social que no se sabe a dónde alcanza su techo y que tanto el libro como la película suben un escalón más arriba ante toda esta vorágine de exhibicionismo barato que hay entre nosotros.
Y es que Pertenecemos a una época en la que continuamente todo evoluciona y hay grandes avances científicos y tecnológicos que hacen que nuestros hábitos varíen.  Internet ha cambiado la sociedad, los hábitos, las conductas y las relaciones. Internet marca una nueva era, la de una obtención de información rápida, casi al instante, sin demoras, y una manera de ser partícipe de todo ello. Esto provoca un efecto en las personas: La impaciencia ante la espera es una, antes esperábamos una semana en ver un capítulo de nuestra serie o programas preferidos, no teníamos otra alternativa. La exigencia es otra característica porque ahora somos un público más estricto porque hemos podido ver un gran abanico de programas y formatos.

Así pues el público actual es más exigente y necesita ser alimentado y alimentar su ego casi al segundo para sentirse realizado.
¿Y tú qué piensas de ello?

 

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