Hace mucho, mucho tiempo, sentarse en la butaca del cine era pura diversión, entretenimiento y recrearse con nuevas experiencias. Adentrarse en el mágico mundo del séptimo arte y quedar atrapado de lleno en las butacas de aquellos cines de barrio era igual que dejar la cabeza volar e imaginar pilotar en el mismísimo Halcón milenario, sintiéndose todo un caza recompensas galáctico al más puro estilo y esencia del socarrón Han Solo escoltado de su inseparable amigo peludo Chewie.
30 años después y 30 años desde la caída del imperio Galáctico, derrotado por la Alianza Rebelde, vamos a poder volver a sentir ese cosquilleo por dentro de envolvernos del universo que un día el realizador y productor George Lucas concibió en su mente y que malogradamente a cada experiencia que nos llegaba una decepción nos acarreaba y golpeaba por dentro. Desde que en el 2012 Lucas decidiera vender todos los derechos a la Disney por la friolera cifra de 3.125 millones de euros, todo o casi todo se ha guardado con el más sumo secretismo, custodiado por el nuevo caballero Jedi de la casa, Mickey Mouse. Tan solo se nos ha puesto al corriente de lo que les ha antojado al director y a los productores, nadie sabe cómo prosiguen las andanzas en el espacio sideral, tan solo se sabe que aparecerán para alegría de muchos nuestros viejos amigos de aventuras: Han Solo, Chewie, R2-D2, C-3PO, Leia… con la incógnita de saber el paradero de Luke Skywalker (fue el único requisito de George Lucas al ceder los derechos).
Si observamos de cerca cada uno de los diversos films y cómo ha ido transcurrido la saga que ideó el visionario George Lucas, se puede advertir desde el inicio el qué y cómo quería contarlo, eso sí, lleno de dudas, pues en 1977, salvo 2001 y El Planeta De Los Simios y alguna película serie B de ciencia ficción, era todo un género aún por explotar puesto que aún no había calado del todo entre los espectadores y temía que fuese un auténtico fiasco. Para redondear su saga aglutinó ideas e influencias cinematográficas, desde los trabajos del maestro japonés Kurosowa, con claras referencias a Los siete samuráis o La Fortaleza Escondida, pasando por clásico Métropolis de Fritz Lang, para inspirarse al crear a C3PO, o a las odiseas y los seriales de las primeras décadas del pasado siglo como Flash Gordon y, como no, de uno de los géneros con más pasión y que más hondo ha calado entre el espectador americano: las películas del oeste. Para narrarnos una fantasía espacial de robots en las lejanas galaxias, con princesas y héroes, alienígenas y malvados malos, muy malos, la pócima que parecería a día de hoy éxito asegurado, no lo era tanto por allá 1977. Pocos podían prever que, gracias a su insistencia y el tener bajo el brazo una película de éxito contrastado como American Grafitti, pudo contar con una distribuidora. Increíblemente, ni Coppola ni Brian de Palma supieron ver el potencial de la película cuando, en un pase privado que Lucas hizo para pedirles consejo, solo Spielberg se entusiasmó totalmente vaticinando un rotundo éxito en taquilla.
En una de las películas de la saga, el sabio Yoda expone; “El miedo es el camino hacia el Lado Oscuro, el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento. Veo mucho miedo en ti”. Pues no, no tenemos miedo, estamos eso si expectantes ante la posibilidad de que nos vuelvan a trasmitir esa magia, esa ilusión de las películas originales, y a buen seguro que será así. Crucemos la galaxia, perdón quería decir crucemos los dedos para que así sea. Para empezar, todo augura un buen viaje, pues a los mandos del mastodóntico proyecto se ha puesto el comandante J.J. Abrams, para unos recordado como el creador de la exitosa serie Lost y para otros recordado como el que supo dar una vuelta de tuerca y una nueva visión a dos de las sagas más importantes del cine como son Mision Imposible y Star Trek, aportando nuevas ideas, chispa a las nuevas entregas de cada una de las sagas.
La Guerra De Las Galaxias se estrenó en Barcelona el 25 de mayo de 1977, en una sociedad que navegaba sin saber qué rumbo tomar, la Transición en España pugnaba por despegar, Jimmy Carter gobernaba en los Estados Unidos, en una época donde en la tele española dominaban La Casa De La Pradera o Mazinger Z y en la americana Los Ángeles de Charlie y El Hombre de los Seis Millones de Dólares, en la radio arrasaban Bosé, Perales y Camilo Sesto mientras al otro lado del Atlántico nombres consagrados como Rod Stewart con “Tonight’s The Night (Gonna Be Alright)” era el número uno del Billboard americano, Andy Gibb y Barbra Streisand le seguían de cerca. Sociedades muy diferentes que se aunaron para aclamar una película muy diferente… Ahora, anclados en el futuro de entonces, seguimos sin navegar a buen puerto, pero ya en el 2015 algo ha cambiado, la tecnología invade nuestra sociedad, que si ordenadores, teléfonos móviles, iPads y otros accesorios incluso el cine ya no es lo que era, pero hay una cosa que no ha variado… cada nuevo tráiler de nuestros héroes y del Lado Oscuro se convierte en todo un acontecimiento.
Star Wars marcó unos antes y después en la vida de muchos cinéfilos, hasta el punto del frikismo. He de admitir que yo soy fan acérrimo de la segunda parte, El imperio contraataca, puesto que me llegó con apenas 8 años y la magia e ingenuidad de esa edad hace mucho para abstraerse de todo y embarcarse en el Halcón Milenario en busca de las aventuras más arriesgada al lado de Han Solo o de Luke Skywalker. Por el contrario, El Retorno del Jedi me resulto detestable, por ser la más infantil de todas, el rescate de Han Solo me parece aburrido y la parte de los Ewoks, pesada y tediosa…
Una de mis debilidades cinematográficas sin duda alguna fue ver la figura del enérgico y oscuro Darth Vader y escuchar la poderosa voz de Constantino Romero dirigirse a Luke Skywalker y soltarle un sonoro y asmático, “yo soy tu padre”, es algo que queda para siempre y mucho más si te gusta el mundillo de la ciencia ficción, la aventura, la magia, la fantasía y la ilusión. Aún recuerdo con emoción la mítica escena sentado en una butaca de un hoy desaparecido, pero por aquel entonces abarrotado, cine del centro de Barcelona con su típico aroma a diversión y palomitas. Con solo cerrar los ojos me puedo trasladar directamente de lleno a los 80, a mi niñez, en un planeta alumbrado bajo el calor de dos soles al tiempo que desenfundo el niño de antaño y sostengo en mi mano derecha la espada láser de color azul, batiéndome en un galáctico duelo (al más puro estilo Samurái) contra algún sagaz caballero Jedi en pleno espacio sideral, mientras de fondo retumba el sonido y zumbido de las tecnológicas espadas.
Pero al abrir los ojos lo único que veo, que siento, que percibo, es que ya son las tantas de la noche, que estoy bostezando, que los ojos se me cierran, que estoy deambulando, dando vueltas en la cama, como si de una nave nodriza se tratara, soñando despierto perdido en el espacio de mi habitación, pero con la misma chispa y esencia de siempre, esa que nadie, ni tú, ni yo, debemos perder. Amigo “…que la fuerza te acompañe”
Cuatro décadas después, con el estreno de ‘Star Wars: El Despertar De La Fuerza’, la séptima película de la saga, vuelve a renacer el fenómeno de masas, la lucha entre el bien y el mal. ¿Vas dejar seducirte por el lado oscuro?
