Hace unas semanas dos pesos pesados como Tom Hanks y Clint Eastwood juntaban su talento por vez primera para llevar a buen puerto, “Sully” (pincha para ver el trailer), todo un milagro de la aviación. Clint Eastwood, uno de los hombres duros del cine, y uno de los mejores contadores de historias del séptimo arte de las últimas décadas regresaba a las pantallas del cine, para adentrarnos en un interesante drama judicial.
Dos años después del estreno de su film más taquillero (que no mejor) “El francotirador” y dos de sus films más mediocres de su aclamada carrera “Jersey Boys” y “J.Edgard”, el realizador norteamericano se enfrasca en la adaptación cinematográfica en la que rememora la milagrosa hazaña de Chesley Sullenberger. Las tensas movidísimas últimas horas de tranquilidad de un veterano piloto de aviación que logró aterrizar un avión repleto de pasajeros sobre el rio Hudson, en el mismísimo Nueva York es el centro de la viva trama. Un acontecimiento que abrió las noticias de todos los informativos y que a lo largo de los días posteriores fue bien seguido por la prensa mundial convirtiéndose en la primera gran reseña positiva concerniente con un avión como trasfondo de una historia.
Clint nos cuenta con su particular destreza, temple y distintivo estilo a través de flash backs la historia del capitán Sullenberger, bajo el rostro de un admirable Tom Hanks y de su copiloto (Aaron Eckhart) en la embarazosa situación en la que se vieron envueltos. A priori un hecho sin carne y sin un profundo encanto para el espectador para sorprendernos al ser un suceso relativamente cercano y bastante relatado por los grandes medios de comunicación. Pero es ahí donde aparece la mano, la garra y maestría de Eastwood para forjar e ir más allá de lo que hasta ahora conocíamos. El veterano director logra construir un drama judicial ágil, cercano creando una tensión, una atmosfera y un interés de lo que en un primer momento podríamos augurar. Las firmes y crueles dictámenes de poner en contraposición lo humano contra la tecnología, las sentencias de la sociedad de etiquetar reiteradamente de manera indivisible todo, y catalogar a la gente de héroe, villano o irresponsable, según los intereses de cada beneficiario. O la perpetua lucha interna de los remordimientos de haber obrado bien o de hacer las cosas mal, son los argumentos que eleva y planea a lo largo del film.
El aclamado Tom Hanks en su primer trabajo conjunto con otro tótem de la historia del cine como es Clint Eastwood, establece una dupla de oro, en el que ambos salen con gran nota del primer envite. El director se instala en el pulso y el actor se asienta en el alma, y salvo gran sorpresa huele a nominación en la próxima entrega de la ceremonia de los Oscar. Hanks, muy alejado de la estela que impregna en su anterior filme “Inferno”, sobresale mostrando ese lado íntimo y personal del personaje, demostrando que su pueden hacer grandes interpretaciones sin caer en el histrionismo y recrear de manera soberbia personas normales, como tú o como yo.
El gran realizador a sus 86 años de edad se resiste a abandonar el cine, y se ha propuesto regalarnos anualmente una perla para que todos sus seguidores, que no somos pocos degustemos y admiremos cada obra nueva que realiza con su estilo único e incomparable de gran narrador de historias. La siguiente, ya en producción lleva el título de “La Balada de Richard Jewell”, y ahí estaremos entusiastas para hablar de ella, mientras tanto pásate por las butacas de tu cine más cercano, ponte el cinturón y disfruta del turbulento vuelo.