Kia Carens: nada aburrido

En el año 95, durante una de mis variadas estancias en Norteamérica vi por primera vez una marca, KIA. Poco me podía imaginar que se iba a convertir en una filial de un grupo de automoción de los más prolíficos e importantes, del mundo: Hyundai, actualmente, el cuarto productor mundial.
Por aquellos días, vencía el contrato del coche de empresa que llevaba entonces, un Ford Taurus, y no tuve más remedio que alquilar uno para la última semana que me quedaba en Boston. Por el poco tiempo y dinero que me quedaba, no tuve más remedio que alquilar un coche pequeño, y me tocó un Ford Festiva (naturalmente, en la tarifa de precios, pensaba que se habían equivocado en el enunciado, y pensaba que me darían un Fiesta, cuando este modelo de Ford no se ha vendido en Norteamérica, hasta hace pocos años, aunque hubo una generación de este modelos, que sí se comercializó, aunque de manera testimonial).
Como buen aficionado al automóvil, investigué sobre el coche que me había caído en gracia: naturalmente, me llevé una desilusión, porque como he dicho antes, me esperaba un Fiesta en lugar del Festiva.
El Ford Festiva era un coche fabricado por KIA (un poco más pequeño que un Fiesta), y vendido en su país de origen bajo el nombre Pride, y fabricado bajo licencia Ford en los Estados Unidos y Canadá. El grupo Ford estimó oportuno vender este modelo en lugar del Fiesta europeo por su menor coste de fabricación. Este modelo, posteriormente fue vendido en el mercado europeo y australiano bajo el nombre Mazda 121, a excepción de Japón, donde no se llegó a vender bajo esta configuración.
La crisis asiática de 1998-2001 provoca la bancarrota de KIA, y Hyundai lo aprovecha para hacerse con el 51% de la participación total de KIA Motors, desplazando por tanto a Ford como accionista mayoritario.
La pertenencia a Kia, y por tanto la creación del grupo Hyundai – KIA, provoca la eclosión del grupo y su desembarco en Europa, precisamente, utilizando a KIA como cabeza de puente, a través de la inauguración de la planta de Zilina, Eslovaquia en el 2005.
Desde entonces el grupo no hace más que crecer y ofrecer productos cada vez más consistentes, cosa que despierta en mi una gran admiración, ya que la diferencia entre aquel Kia Festiva y el Kia Carens que hace poco llego a mis manos, y que tuve la oportunidad de conducir, es más que notoria.
Normalmente, escribo sobre marcas de toda la vida, marcas que me han impresionado, y que rondan en el ideario de todo el mundo. Pero, la globalización manda, y desde la liberalización de mercados promovida por la Unión Europea, cualquiera que se precie, y homologue sus productos en la UE, puede vender sus productos. Así, desde la apertura en la venta de los vehículos japoneses, y gracias a la abolición del sistema de cupos, se han ido sucediendo la entrada de diferentes coches de países inimaginables. Y ya no hablo de japoneses y coreanos: sino de indios, y pronto será el desembarco chino, al que auguro un poco más de tiempo hasta que sus productos se pongan al día y sean capaces de ser homologados aquí con los mismos estándares de calidad y seguridad que los modelos que se venden hoy con regularidad, pero esa es otra historia.
Volviendo a los coreanos: Desde aquí quiero destacar, sin ningún género de dudas, el notable ascenso de las marcas de este país, tanto en la calidad del producto, como su amplia oferta, hasta el punto de que gozan del favor del público, ya desde hace muchos años. Prueba de ello es que el Grupo Hyundai – KIA se ha convertido en una referencia mundial y el cuarto productor por importancia.

En nuestro país, ya hace mucho tiempo que se han ganado un lugar entre los conductores españoles, ya que hace más de 20 años que se codean con los fabricantes e importadores clásicos de este país.
El origen de este artículo es un día de primavera, que llega a mis manos un Kia Carens, último modelo, durante mi estancia en el Solsonés. Sus carreteras conjugan la rectitud de las mismas que nacen desde Solsona hacia Cervera; y la sinuosidad proverbial de la carretera que se inicia desde Solsona hacia Bassella, punto de enlace con la carretera hacia la Seu d’Urgell y Andorra. Esa mezcla de carreteras es la mezcla perfecta para que el coche diera de sí en los dos elementos descritos.
Una vez me hube sentado en el puesto de mando, me encuentro con una atmósfera agradable, con los mandos de fácil acceso, y un renovado interior mejorado con materiales de mayor calidad, además de una mayor dotación tecnológica. Su mayor valor es la interfaz HMI, cuyo acceso es la pantalla de 7 pulgadas y que ocupa un lugar omnipresente en el cuadro de mandos. Su funcionamiento viene determinado por la elección del paquete Apple Play ™ y Android Auto™ , en función del tipo del sistema operativo de tu móvil. Desde la misma, no solo se conecta la cámara de al engranar la pantalla atrás
El tacto de los mandos es muy correcto y funcional, de una calidad muy superior a la que yo me esperaba, y sin ruidos de ajustes: además es elegante y clásico, pero sin ser aburrido.

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