Hoy viajamos a Berga.
La suerte de vivir en Barcelona, es que estamos en la costa, pero también estamos cerca de las montañas, y me refiero a montañas con mayúsculas como los Pirineos. Y no me refiero sólo a las altas cumbres, sino a todo el ecosistema que se genera junto con el pre-pirineo.
Y esta variedad nos permite tener relativamente cerca de Barcelona el acceso a productos muy variados. Y focalizando más en el pre-pirineo, tenemos la localidad de Berga (a 100 km de Barcelona), donde podemos comprar un producto estrella: trufas, y de las mejores.
Quiero aclarar que cuando hablo de trufa y en Barcelona, me refiero a la trufa negra, en la variedad “tuber melanosporum”, también conocida como trufa de Perigord, la cual no hay que confundir con otras trufas como la “tuber indicum”, que aunque visualmente pueda ser igual, el gusto no es ni por asomo con la misma intensidad.
Como idea del sabor y aroma que puede tener una buena trufa, recuerdo como anécdota una vez que me dieron 2 trocitos pequeños como garbanzos para que la probara, y la llevaba en el bolsillo bien envuelta en papel de aluminio. Íbamos en coche a Barcelona desde los Pirineos, y era tanto el aroma que desprendía que mis hijos me iban preguntando en el coche que era ese olor que lo inundaba todo.
El descubrimiento de las trufas de Berga empezó con un amigo, que por una serie de casualidades contactó hace unos 4 años con un recolector-vendedor de trufas en la misma ciudad y le compró unas trufas, proponiendo para su consumo que el aportaba las trufas y yo aportaba la cena. Desde entonces venimos repitiéndolo cada año por esta época, y en breve tendremos nuestro nuevo encuentro “trufero”.
Las hemos tomado de varias formas, con varios tipos de pasta, con tostadas y aceite, con quesos, pero la que personalmente nos gusta más es con unos huevos estrellados con patatas fritas y la trufa rallada por encima sin ningún tipo de contención.
Voy descontando mentalmente los segundos que me faltan para repetir este año….
Las trufas de Berga
